Salmo 119

Lámed

In aeternum Domine
89
Tu palabra, oh Señor, es eterna, *
establecida es en los cielos.
90
Tu fidelidad perdura de generación en generación; *
tú afirmaste la tierra, y permanece.
91
Por tu decreto permanecen hasta hoy, *
porque todo está a tu servicio.
92
Si tu ley no hubiese sido mi delicia, *
en mi aflicción hubiera perecido.
93
Jamás me olvidaré de tus mandamientos, *
pues por ellos me das vida.
94
Tuyo soy; ¡ojalá me salvaras! *
porque estudio tus mandamientos.
95
Aunque los malvados me asechen para destruirme, *
yo consideraré tus decretos.
96
He visto que todas las cosas tienen fin, *
pero tus mandamientos son infinitos.

Mem

Quomodo dilexi!
97
¡Oh, cuánto amo tu ley! *
Todo el día la estoy meditando.
98
Tus mandamientos me han hecho más sabio que mis enemigos, *
y siempre están conmigo.
99
Soy más docto que todos mis maestros, *
porque estudio tus decretos.
100
Soy más sabio que los ancianos, *
porque observo tus mandamientos.
101
De todo mal camino contengo mis pies, *
para guardar tu palabra.
102
No me aparto de tus juicios, *
porque tú mismo me has enseñado.
103
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, *
más que la miel a mi boca!
104
De tus mandamientos adquiero comprensión; *
por tanto, aborrezco el camino de la mentira.

Nun

Lucerna pedibus meis
105
Lámpara es a mis pies tu palabra, *
y lumbrera en mi camino.
106
He jurado y estoy resuelto *
a guardar tus justos juicios.
107
Afligido estoy en gran manera; *
vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
108
Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
y enséñame tus juicios.
109
Mi vida está siempre en peligro; *
por tanto, no olvido tu ley.
110
Me tendieron lazo los malvados, *
pero yo no me desvié de tus mandamientos.
111
Son tus decretos mi herencia eterna; *
en verdad, el gozo de mi corazón.
112
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
eternamente y hasta el fin.