Salmo 119

Yod

Manus tuae fecerunt me
73
Tus manos me hicieron y me formaron; *
dame entendimiento para que aprenda tus mandamientos.
74
Los que te temen se alegrarán al verme, *
porque en tu palabra confío.
75
Yo sé, oh Señor, que tus juicios son justos, *
y que conforme a tu fidelidad me afligiste.
76
Sea tu bondad mi consuelo, *
según la promesa hecha a tu siervo.
77
Venga a mí tu compasión, para que viva, *
porque tu ley es mi delicia.
78
Que se avergüencen los arrogantes, porque me han calumniado; *
pero yo meditaré en tus mandamientos.
79
Vuélvanse a mí los que te temen, *
y cuantos conocen tus decretos.
80
Sea mi corazón íntegro en tus estatutos, *
para que no sea yo avergonzado.

Caf

Defecit in salutare
81
Ansía mi alma tu salvación; *
he puesto mi esperanza en tu palabra.
82
Desfallecieron mis ojos, aguardando tu promesa, *
y digo: “¿Cuándo me consolarás?”
83
Soy como el odre al humo, *
pero no he olvidado tus estatutos.
84
¿Hasta cúando deberé aguardar? *
¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen?
85
Los soberbios han cavado hoyos para mí; *
ellos no guardan tu ley.
86
Todos tus mandamientos son ciertos; *
ayúdame, pues sin causa me persiguen.
87
Casi me han acabado de la tierra, *
pero no he abandonado tus mandamientos.
88
Vivifícame conforme a tu bondad, *
para que guarde los decretos de tu boca.

Lámed

In aeternum Domine
89
Tu palabra, oh Señor, es eterna, *
establecida es en los cielos.
90
Tu fidelidad perdura de generación en generación; *
tú afirmaste la tierra, y permanece.
91
Por tu decreto permanecen hasta hoy, *
porque todo está a tu servicio.
92
Si tu ley no hubiese sido mi delicia, *
en mi aflicción hubiera perecido.
93
Jamás me olvidaré de tus mandamientos, *
pues por ellos me das vida.
94
Tuyo soy; ¡ojalá me salvaras! *
porque estudio tus mandamientos.
95
Aunque los malvados me asechen para destruirme, *
yo consideraré tus decretos.
96
He visto que todas las cosas tienen fin, *
pero tus mandamientos son infinitos.